Un ejemplo de una buena teoría es aquella de la «psicología inversa» sobre todo si se aplica en los contextos correctos. La imagen de aquí abajito muestra en qué consiste la teoría: se puede persuadir a alguien de hacer algo solicitando exactamente lo contrario (funciona sobre todo en niños y gente infantilizada). Doy este ejemplo porque hoy tendremos que hablar sobre lo contrario: una mala, una pésima teoría que además genera violencia. La que azota al país para ser precisos.

En días pasados aparecieron en este mismo suplemento universitario dos artículos describiendo acciones preocupantemente irresponsables contra la mal llamada «violencia de género» en el Instituto Politécnico así como en la Universidad Autónoma Metropolitana. ¿Y nadie tiene nada que agregar? ¿Dónde está el debate universitario? ¿Y por qué no comenzar yendo nada menos que al grano?
Sucede, amigos y amigas universitarios, que la misma teoría que, llevada a la práctica desata eso que llaman «violencia contra la mujer» y «violencia de género», es la misma “teoría” que está siendo utilizada (de manera fracasada) para detener esa misma violencia: me refiero al «feminismo de género» y la «teoría» que lo sustenta (interesados investigar a doña Judith Butler). Ahí está el meollo de todo este asunto, para que nadie se siga equivocando