Las figuras monstruosas —esa horripilante «hada madrina» cornuda— que aparece en la reciente versión del pinocho de Guillermo del Toro, normalizando la cultura de las bestias y de los demonios, me hizo —de una vez por todas— aceptar que estamos delante de una guerra por la apropiación de la psique infantil y que dicha guerra consta de varias batallas, mismas que enumeraré ahora mismo.

Antes de hacerlo, admito que suena algo feo decirlo, pero por mis conversaciones con varias personas cuya opinión respeto y que también trabajan en el ámbito educativo, deduzco que ni con muchos universitarios ni con muchos adolescentes, hay mucho ya que hacer.
Una vez indoctrinados y socializados en la cultura contemporánea basura que los circunda implacablemente, es relativamente poco lo que se puede hacer para sacarlos del agujero ideológico en el que los han metido, o los han dejado entrar sus propios padres y ambiente familiar.
Es un proceso de auto-selección —o quizás llegue el día en el que tengamos que nombrarlo más claramente: de auto-destrucción—, en el que uno trata de ayudarlos, pero no hay resultados garantizados. La guerra es pues, por la infancia, y consta de cinco batallas, incluidas las siguientes: