Categorías
Cultura

Docencia envidiosa, docencia canalla

La envidia es la negación de uno mismo por la afirmación percibida —o falsa— de otro. La envidia es la forma más alta de traición que un ser humano puede consumar contra sí mismo. Contra el milagro espiritual y biológico que cada quien es. La envidia no alcanza ni siquiera a ser el nivel más bajo de autoconocimiento porque, para empezar, la envidia está siempre por debajo de la realidad. Al envidioso le urgen dosis fuertísimas de realismo que lo curen de su loca embriaguez.  

Publicación simultánea con El Universal

A diferencia de la admiración sincera, que nos eleva, nos enaltece, y es disfrute del admirado, la pasión de la envidia nos esclaviza al resentimiento infeliz y torpe de lo que otros son y nosotros no podemos ser o tener, en circunstancias que no son las nuestras.

La envidia es mala en todas las personas y en todas las profesiones. Hay una profesión, sin embargo, en la que la envidia, —por su capacidad de transmisión a las generaciones siguientes — es particularmente vandálica y porcina: la docencia. En todos sus niveles, desde preescolar hasta la universidad

Categorías
Política Sostenibilidad

La agenda 2030 es el caballo de Troya de la agenda de género global

Publicación simultánea con El Universal

Cuando estudié en la universidad, licenciatura, maestría, y más recientemente en el doctorado eran muy frecuentes las conversaciones informales en las cafeterías y en los bares entre mis compañeros e incluso entre mis profesores.

Con relativa frecuencia acabábamos hablando de temas de gran alcance: los sistemas energéticos regionales, el futuro del ecosistema global, las finanzas mundiales, los monopolios alimenticios globales, etcétera.

Después de varios cafés —o varias cervezas— (todo esto fue en Norwich, Inglaterra, en donde, por razones que en México deberíamos investigar, hay «pubs» dentro de los campos universitarios, en donde todos beben alcohol, y si quieren se embriagan, pero no al punto de ponerse excesivamente idiotas o impertinentes, haciendo necesaria la clausura de dichos lugares)

Categorías
Cultura Política

Los «baños neutros» funcionan solo en casa y solo si uno es limpio

Publicación simultánea con El Universal

¿Has entrado alguna vez a una casa en la que el dueño tenga sus baños separados por sexo? Sería costoso y una especie de loca excentricidad practicable solo en una mansión. Y ni los Locos Adams. Todos conocemos los llamados «baños neutros» porque son lo que todos tenemos en nuestras casas. ¿Por qué entonces los separamos por sexo en los espacios públicos: estadios, restaurantes, universidades?

Si hacemos esta pregunta a un cristiano, un judío, o un musulmán, nos va probablemente a responder —queriendo cortar de tajo con toda esta conversación— que es debido al «pecado original» y haber sido expulsados del edén, que nos hace desconfiar los unos de los otros y separar los baños de hombres y mujeres en los espacios públicos.

Si hacemos la misma pregunta a un sociólogo posmoderno deconstruccionista de la UDG, o de la UNAM, nos va a decir quizás que separamos los baños para compensar por una educación deficiente y mal orientada, «patriarcal», muy arraigada en el mexicano, o por una mala construcción social del significado colectivo de la convivencia, o de las nociones de comunidad etc., y que todo eso debe ser corregido cueste lo que cueste.

La socióloga feminista probablemente añadirá al comentario anterior que «lo privado es lo público» y de ahí nadie la moverá hasta el final de los tiempos.

Ambos pensarán que los «baños públicos neutros» son la revolución que llegó para cambiar al mundo, «desde el fondo de la taza hasta la silla presidencial patriarcal» o alguna cosa por el estilo. Como si la separación de baños públicos por sexo no fuese la solución práctica y pacífica a varios problemas prácticos no siempre pacíficos, en básicamente toda sociedad contemporánea civilizada y funcional.

Un psicólogo del comportamiento podría quizás aventurar la idea de que cada sexo utiliza los baños para cosas distintas: cosas como maquillarse, contemplarse en el espejo, o socializar, puede hacer que la mujer en promedio, permanezca un poco más de tiempo en el baño que el varón.

Aquí, un abogado tomaría la palabra para recordarnos: «entre individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz», a lo cual los «activistas de la diversidad» querrán llevar agua a su molino agregando que los hombres —en su muy particular definición de hombres— también tienen derecho a maquillarse y contemplarse en el espejo.

Si hacemos la pregunta a un biólogo o a un psicólogo evolutivo, nos va a decir que —en la práctica como en la teoría— una sociedad moderna tiene que separar los baños por sexo debido a que hay diferencias connaturales entre hombres y mujeres que hace permanente entre ellos la tensión sexual, sobre todo en su etapa reproductiva —que suele coincidir con la de los universitarios.

Este mismo biólogo nos diría que —a menos que se salga de control— la tensión sexual entre hombres y mujeres no es algo que haya que «erradicar» como quisieran muchas feministas, ya que se trata de un comportamiento normal en todos los mamíferos que no debería preocuparnos porque así es como funciona el homo sapiens: un animal biológico y cultural al mismo tiempo.

Biológicamente hablando, la solución de separar los baños es la más práctica de todas, y curiosamente, también la más humana. 

El asunto de los «baños públicos neutros» en las universidades y otros espacios públicos es interesante en la medida en la que lo abordamos de una manera humana, respetuosa, comprensiva, y sobre todo de una manera auténticamente interdisciplinaria, es decir, tomándonos en serio elementos antropológicos, sociológicos, psicológicos, mezclados con una poca de biología evolutiva, etc.

Si no lo hacemos así, el tema de los «baños públicos neutros» regresa a ser lo que frecuentemente ha sido: un tema egoísta, solipsista, estancado, doctrinario, peleonero, que pone de mal humor a la gente porque solo distrae e infesta la agenda universitaria con politización de la destructiva.

Hay preguntas que no deben ser menospreciadas o hechas a un lado dogmáticamente como por ejemplo ¿y qué piensan muchas mujeres con hijos pequeños sobre los «baños públicos neutros»? ¿y qué piensan los hombres?

El problema de la «inclusión» que se pretende solucionar mediante los «baños públicos neutros», es reducible, si lo pensamos tantito, a una única pregunta ¿Podemos crear una sociedad en la que no existan diferencias entre el espacio público y el espacio privado?

La pregunta parte de la premisa de que, entre todos, ya decidimos que es deseable que no existan diferencias entre el espacio público y el privado ¿es verdad que entre todos ya decidimos que lo deseamos? ¿es esa una premisa inteligente, realista y sobre todo, deseable?

George Orwell en su famosísima novela 1984 sugiere que no. Esa eliminación de la línea que divide a lo público de lo privado es la que da inicio a los totalitarismos, que no son sistemas sociales muy bonitos en los que alguno de nosotros quisiera vivir, a menos de que nos falte un tornillo, o estemos un poco locos, o traigamos algo contra los demás.  

La realidad es que la condición humana y el mundo como tal, no son perfectos y separamos los baños públicos como solución práctica al problema de la convivencia pacífica, porque hasta los «baños neutros» que tenemos en casa solo funcionan si uno mismo es limpio, cosa que en mucha gente aún no se da, ni se dará jamás por respeto a la privacidad y al derecho que tiene cada quien de vivir en su propia inmundicia personal si así lo quiere.

No se dará tampoco en los espacios públicos de las sociedades libres. Las libertades en el espacio público tienen un costo, que en el caso del retrete público, ese costo se llama «separación».

andresbucio.com
andresbucio@protonmail.com 

Categorías
Cultura Política

Cómo eliminar la violencia hacia las mujeres en 3 pasos

Un ejemplo de una buena teoría es aquella de la «psicología inversa» sobre todo si se aplica en los contextos correctos. La imagen de aquí abajito muestra en qué consiste la teoría: se puede persuadir a alguien de hacer algo solicitando exactamente lo contrario (funciona sobre todo en niños y gente infantilizada). Doy este ejemplo porque hoy tendremos que hablar sobre lo contrario: una mala, una pésima teoría que además genera violencia. La que azota al país para ser precisos.

Publicación simultánea con El Universal

En días pasados aparecieron en este mismo suplemento universitario dos artículos describiendo acciones preocupantemente irresponsables contra la mal llamada «violencia de género» en el Instituto Politécnico así como en la Universidad Autónoma Metropolitana. ¿Y nadie tiene nada que agregar? ¿Dónde está el debate universitario? ¿Y por qué no comenzar yendo nada menos que al grano?

Sucede, amigos y amigas universitarios, que la misma teoría que, llevada a la práctica desata eso que llaman «violencia contra la mujer» y «violencia de género», es la misma “teoría” que está siendo utilizada (de manera fracasada) para detener esa misma violencia: me refiero al «feminismo de género» y la «teoría» que lo sustenta (interesados investigar a doña Judith Butler). Ahí está el meollo de todo este asunto, para que nadie se siga equivocando

Categorías
Cultura

Cada mujer es un país, con un solo habitante, señor presidente

Ahora usted, he notado señor presidente, inicia su ceremonia del grito de independencia con un “…mexicanas… mexicanos…», alternando luego los nombres de Hidalgo y Allende con los de Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, en sustitución de independentistas otrora evocados como Javier Mina, Juan Aldama, Mariano Jiménez o Pedro Moreno. Todos ellos fusilados, sus cabezas decapitadas, clavadas en una pica, o colgadas en una jaula, según haya sido su suerte. Hombres que murieron (mejor venadeados a balazos que enfermos en sus lechos, dirán algunos)… pero en su mayoría intentando conquistar una identidad y territorio propios, sin los cuales, imposible es el escapar de la pobreza, según la entienden antropólogos como Oscar Lewis, señor presidente.

Publicación simultánea con El Universal

Lewis entendió la pobreza (tras cuarenta años de estudiarla en México) como ese sentimiento que experimentan los seres humanos (tanto ricos como pobres) de no tener un poco de control sobre las circunstancias que le permiten a uno formarse un destino propio. De ahí la importancia de los héroes patrios, de la violencia con la que murieron, sin ellos no podría haber prosperidad

Categorías
Cultura

¿Confiarías en un hombre feminista? yo tampoco (2/2)

Descarga audio entrando aquí
Publicación simultánea con El Universal

Hay dos tipos de hombres feministas: el «hombre feminista de corazón» y el «hombre feminista ficticio». En ninguno de los dos confío. La semana pasada esbocé brevemente la premisa general que sustenta esta desconfianza. Expliqué con ejemplos que en una variedad de temas importantes (incluyendo algunos de seguridad nacional) hemos sustituido a las ciencias sociales y a las humanidades por los «estudios de género» y el «feminismo», que no constituyen una ciencia sino una ideología solipsista, reduccionista y frecuentemente sociopática. Y te preguntarás ¿y qué son y qué efecto producen las ideologías en la gente en general y en los hombres en particular?

Categorías
Cultura Política Tecnología

¿Confiarías en un hombre feminista? yo tampoco (1/2)

Descarga audio entrando aquí
Publicación simultánea con El Universal

En mi ruta por la vida -y por los pasillos de las universidades- he notado que hay dos tipos de hombres feministas que es posible caracterizar con bastante precisión y hasta elegancia: el «hombre feminista de corazón» y el «hombre feminista ficticio». En ninguno de los dos confío. Y no soy el primero en tocar este tema por cierto. Me propongo -tomando resguardo en el Artículo 6 constitucional– dejar testimonio profesional de mis experiencias y razones para esta desconfianza, esperando sea de utilidad al joven universitario lector ¿y por qué no? también a los hombres que se dicen ser feministas

Categorías
Cultura Política

Conflictos de interés 2.0 (2/2)

Descarga audio entrando aquí
Publicación simultánea con El Universal

Las etiquetas son importantes y existen por una buena razón: nos aclaran la identidad de las cosas cuando esa identidad no es inmediatamente evidente en la superficie. Una lata sin etiqueta es un objeto misterioso. Puede contener desde un alimento suculento hasta una sustancia venenosa y mortal .

En oposición a aquella tendencia ideológica contemporánea y suicida que ha desatado una guerra fanática contra las «etiquetas» y los «estereotipos», confirmemos aquí que muchas etiquetas son útiles y necesarias. Tal es el caso de la utilísima etiqueta «conflictos de interés» que nos advierte sobre la baja confiabilidad de las opiniones de ciertas personas sobre ciertos temas. Al no saber siquiera que existen los «conflictos de interés» muchos universitarios no saben qué actitud tener frente a ellos

Categorías
Cultura Naturaleza Política

El huevo de la serpiente (Parte 2)

Descarga audio entrando aquí
Publicación simultánea con El Universal

(Auto entrevista imaginaria)

¿Pero, acaso no son el conocimiento y el logos funciones básicas de toda universidad?
La función de producir conocimiento y promover el Logos racional, ha dejado de ser, en los hechos, una función básica de la universidad, su eficacia para llevar a cabo estas funciones está además cada día más destartalada; y lo está por dos razones poderosas empíricamente verificables

Categorías
Cultura Política Tecnología

El huevo de la serpiente (Parte 1)

Descarga audio entrando aquí
Publicación simultánea con El Universal

(Auto entrevista imaginaria)

¿Y sobre qué trata el artículo en esta ocasión?
Iba a escribir —y admito que plenamente consciente de estarlo haciendo— un artículo torpe, desubicado y obsoleto sobre algo así como «las bondades del debate universitario democrático y la confrontación racional de ideas». Pero a las pocas líneas entré en razón y suspendí el engaño (risas)