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Los 4 Justos Reclamos Eco Machistas del Feminismo

Sin darse cuenta, las feministas «subcomunican» al menos cuatro justos reclamos que bien podrían formar parte de un nuevo credo «eco-machista». .

1. La mujer se siente separada de su ambiente natural (reclamo ecológico)

El mundo moderno ha despojado a la mujer (y al hombre) de un medio natural sano en el cual sea viable su rol como custodia y encargada de la reproducción. El mundo moderno urbanizado se ha alejado excesivamente del medio natural y de los ecosistemas, y la mujer lo resiente directamente en su persona más que el varón.

2. La maternidad no está siendo retribuida correctamente
(reclamo biológico)

La maternidad ha dejado de ser retribuida correctamente en la sociedades contemporáneas: cultural, social, emocional, identitariamente, y ello es reforzado en una espiral de degradación del rol materno, por los dos anteriores fenómenos de despojo: la destrucción de su ambiente natural y la pérdida de espacios femeninos.

3. La mujer siente haber perdido sus propios espacios de relación con otras mujeres (reclamo social)

La mujer en el mundo moderno ha perdido sus propios espacios de interacción cotidiana con otras mujeres, a un costo altísimo. Las protestas multitudinarias feministas son un reflejo inequívoco de esa carencia. La mujer necesita sus propios espacios, y la igualdad promovida a lo largo y ancho de la sociedad, quizás les ocasiona daño en el sentido de que acaba con esos espacios que ellas requieren para estar y convivir juntas entre ellas, para darse la comprensión y el apoyo mutuo que al parecer sólo pueden recibir de otras mujeres. Todas sus manifestaciones son, desde esta perspectiva, el clamor oculto, con motivo de cualquier pretexto, para reencontrarse, estar juntas y convivir, y eso quizás no lo estamos sabiendo interpretar en su justa medida.

4. Participación limitada en la cultura y la vida pública (reclamo cultural)

La participación de las mujeres en la cultura y la vida pública ha sido limitada pero no necesariamente, o en todos los casos, en forma contraria a sus intereses. Este último reclamo que parece justo, tiene a la vez capacidad de profundizar los tres primeros agravios, perpetrados en el mundo moderno, por eso que al feminismo ha identificado en su agenda política como «patriarcado».

Experimento mental

Asumamos tres cosas, tres postulados, a manera de experimento mental:

  1. Asumamos primero, que es cierto que los tres primeros reclamos son reacciones frente a la modernidad. Es decir, reacciones en contra de los tres grandes «despojos» ocasionados a las mujeres por el mundo y los estilos de vida modernos: el despojo ecológico, el despojo biológico y el despojo social.
  2. Asumamos momentáneamente como válido también, que los tres primeros reclamos en bloque y el último, se contradicen. Es decir, que la satisfacción plena del último reclamo —el reclamo cultural—, perpetúa, contraviene, obstaculiza, o es al menos parcialmente inconsistente, con la satisfacción de los tres primeros reclamos o reivindicaciones.
  3. Asumamos por último, que el grueso de la energía y tiempo dedicado por las feministas a sus causas en la arena pública y los medios de comunicación, es al último reclamo y no a los tres primeros. Es decir, partamos de la premisa de que un bajo porcentaje de las feministas o del tiempo dedicado por el feminismo, parece estar abocado a la lucha activa por reivindicar sus derechos a un medio natural, a la maternidad, o a sus espacios de relación y convivencia con otras mujeres (es decir como tales, no con fines exclusivos de protesta por la cuarta). Incluso, hay quienes opinarían que los feminismos contemporáneos dedican descomunales esfuerzos a socavar reclamos como el biológico (maternidad) mediante la promoción del aborto.

Conclusión

Si los tres postulados anteriores son verosímiles y describen la realidad de nuestros días, es posible afirmar entonces, al menos de manera preliminar pero también productiva, que los reclamos callejeros del feminismo no son quizás lo que parecen ser. En el fondo, esos reclamos pueden comenzar a formar parte de una agenda —llamémosle para regresarle un poco de humor y alegría a nuestras vidas, agenda «eco-machista» —, abocada a reivindicar los «clamores ocultos» y frecuentemente «subcomunicados» de las feministas, pero también de la gente normal y de una naturaleza que lleva un buen rato regañando a la humanidad.

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