Hay dos formas de vivir nuestra vida: como alguien «a cargo» o como un «encargado». Es decir como jefes o como empleados. Gracias al que escribió el libro ese del «padre rico, hijo pobre…etc.», o ese otro autor del «soy un cerdo capitalista», gracias a ellos y tantos otros cerros más, lo de hoy es pensar que uno debe ser «jefe de sí mismo» (seas pintor, o presidente de la suprema corte) y que ser empleado de otros es para mentes agachadas y mediocres, o para gente sin aspiraciones.

Publicación simultánea con El Universal
Pero no es así como han pensado muchos de los grandes líderes políticos y empresariales de la historia (y peor tantito si han sido judíos, el pueblo elegido). No, muchas de estas grandes figuras de todos los tiempos se han visto a sí mismos como no otra cosa que empleaditos. Así es, empleaditos al servicio de Dios —o de los dioses—, nada menos. Y con instrucciones expresas