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Cómo Fingir que Eres un Científico, al Punto de Serlo

Quiero dar algunos punteros sobre cómo sostener una conversación científica. Podríamos intitular este vídeo: «cómo fingir que eres un científico al punto de serlo», o «como fingir que eres un científico y conversas», o «como hacer creer a los demás que eres un científico con tu conversación»… algo así.

1. Actitud: postergar conflictos personales

Hay muchos que nos beneficiaríamos del conversar científicamente, entonces, la primera cosa que uno debe de saber es que, cuando uno no está de acuerdo con algo o alguien, y tiene mentalidad científica, uno dice cosas como «yo no puedo estar de acuerdo».

Tú no dices «yo no estoy de acuerdo contigo», sino que, si uno es un científico, uno dice «yo no puedo estar de acuerdo».

Esto es porque el primero es un problema personal — estás teniendo un problema personal: «yo no estoy de acuerdo contigo»— mientras que en el segundo tú estás teniendo un desacuerdo científico «yo no puedo estar de acuerdo contigo», «no es que no quiera, sino que no puedo, la verdad me lo impide»… por decirlo de alguna forma.

Y desde ahí ya empezamos a notar el tono que debería ir adoptando una conversación científica.

No es una cuestión personal mía de que ya no quiera estar de acuerdo contigo, sino que cuando uno observa toda esta realidad, toda esta evidencia —digo desde luego que la evidencia puede estar equivocada y lo que sea, pero ese es asunto de otro tipo— aquí uno tiene evidencias…

… aquí yo tengo evidencia de que la mayor parte de las plantas son verdes. Entonces esa es una evidencia que para mí tiene un peso considerable. No tiene un peso absoluto, o sea no, dije que todas las plantas son verdes sino que la mayor parte de las plantas son verdes.

Entonces uno establece un postulado científico que es:

i) …con frecuencia las plantas son verdes, o

ii)…casi todas las plantas son verdes, o

iii) …la mayor parte las plantas son verdes y en su generalidad las plantas son verdes.

Ese es el lenguaje científico, que es el segundo punto que quería tocar.

2. Lenguaje: preciso pero provisional y abierto

Uno utiliza palabras matizadas como estas. Uno dice es «la mayor parte», «una generalidad», o «con frecuencia los automóviles que van a más de 100 kilómetros pierden el control», o «los pilotos que van dentro de estos coches pierden el control»

Entonces nuestro postgrado es «con frecuencia a la gente que maneja más de 100 no tienen control sobre su automóvil».

Eso no significa que no haya gente que tenga control en una recta, ahí en el desierto, a lo mejor sientes que tienes el control del coche, —no vienes haciendo nada— …pero si estás de toda una ciudad manejando y vas a más de 100, lo más probable es que no tengas pleno control del coche. Y hay evidencia que indica que tú no puedes maniobrar a esas velocidades, o cambiar de ruta si algo imprevisto ocurre.

Entonces, ya llevamos dos cosas:

Uno, la actitud que debe uno de tener, —»no es que no quiera estar de acuerdo sino que no puedo porque que tengo evidencia que lo contra indica».

Y la segunda cosa es el lenguaje. El lenguaje científico siempre siempre es contingente ,es decir siempre está sometido a la nueva evidencia que vaya saliendo. Y entonces para eso es que utilizamos palabras, algunas de las más útiles, son como quizás por ejemplo: «quizás ello se debe a que está nublado y por eso la presión atmosférica es alta»,

La palabra quizás es un matiz muy importante porque deja espacio a la duda: «quizás te equivocas», «quizás tu información no es completa», «quizás partimos de premisas distintas tú y yo y por eso no nos ponemos de acuerdo». Es decir dejando espacio a la duda razonable. Ese hace el lenguaje científico. Y otras ya las mencioné.

Uno dice cosas como: «con frecuencia uno observa que cuando comes en materia orgánica en estado de descomposición te enfermas el estómago», «con frecuencia ocurre eso».

Uno dice eso para dar espacio abierto que uno pueda comer un gramo de materia en descomposición y no le pasa nada. Y si comes un kilo de eso entonces si te enfermas, y uno no tiene control sobre. Entonces lo que uno hace es mejor decir «con frecuencia si comes cosas podridas te enfermas».

Eso no quieres decir es noticia que no haya situaciones en las que comiendo cosas podridas no te pase nada.

Otra cosa que dice uno cuando habla científicamente, —o quiere uno dar el gatazo de que piensa científicamente—, es decir cosas como: «lo más probable» o «hay un alto índice de probabilidad de que»… «esté del mecanismo de transporte sea mejor que el otro».

Es decir, «dadas las dadas las premisas de densidad poblacional y necesidad de transporte de esa población, es muy probable que este medio de transporte sea exitoso».

Este es uno de los grandes chistes del hablar científicamente: cómo hablar con aplomo, con con seguridad, con contundencia, sin ser categórico. Esta es la tercera cosa hay que mencionar, la tercera y más importante.

3. Aplomo: proyectar seguridad y contundencia científica pero sin ser categórico.

Cuando habla científicamente, tiene una conversación científica con alguien, uno debe de proyectar, hacer todo lo necesario para proyectar seguridad en lo que está uno diciendo, y contundencia, aplomo, pero sin ser categórico.

Esto lo que quiere decir es que, uno va a hablar con conocimiento de causa, postulando una verdad provisional digamos, o transitoria, que uno sostenga, pero al mismo tiempo no lo va uno a hacer con un lenguaje que parezca categórico. O sea que diga «bajo ninguna circunstancia, tomando ninguna premisa esto va a ser así», «eso siempre va a ser así en cualquier caso».

Eso sería hablar categóricamente, y eso es equivocado en una conversación científica. O decir, «eso es completamente falso».

Hay cosas también que uno no debe decir. Como por ejemplo «absolutamente» —a menos de que hablemos del término estadístico «en términos absolutos» esa es otra cosa — pero uno no debe decir cosas como «absolutamente esto es imposible»

Aunque hay situaciones que permiten ese lenguaje uno no lo debe de usar no decir absolutamente porque ahí está uno siendo categórico.

Más bien, la pregunta y que uno le debe lanzar al contrincante es: —»¿bajo qué circunstancias eso sería cierto?… porque de acuerdo a mi información, en la mayor parte de los casos eso es falso»

«En qué circunstancias o bajo qué premisas eso que tú estás diciendo sería en cierto»

Otra forma de ponerlo, es diciendo: —»¿qué tendría que ocurrir para que lo que tú dijeras fuera cierto a ver vamos a ponernos a pensar»?

Y se inicia una conversación muy interesante: —»¿ qué tendría que ocurrir para que las plantas no fueran verdes? o sea ¿qué tendría que ocurrir para que, en la mayor parte de los casos, las plantas no fueran verdes?

Ahí tendrás que ponerte a hablar sobre qué hace que las plantas sean verdes. La clorofila, y por qué la clorofila tiene ese efecto, que hace que sean verdes las plantas.

Desde ahí puedes iniciar una discusión científica sobre por qué las plantas son verdes. ¿qué propiedades tiene el color verde por ejemplo?, ¿qué hace que ello sea conveniente en términos evolutivos, o el lugar que ocupan en la biosfera.

¿Y porqué no son de color morado, o amarillo. Entonces ahí te pones a ver las condiciones reflejantes del color verde, que tanta luz absorbe y que tanta rechaza. El espectro que ocupa. en el espectro de colores.

¿Que tendría que ocurrir para que las plantas fueran de color rojo? ,¿en qué condiciones planetarias, de distancia solar, o de otro tipo, o de circunstancias de vida en ese planeta tendrían que ocurrir, lo que tendría que cambiar para que las plantas fuesen de color morado.

Pero no ser categórico. En el lenguaje científico uno puede hablar con aplomo, con confianza, pero nunca con convicción.

Y con esto último vamos a dejar que se acabe vídeo: la palabra convicción no es lenguaje científico.

Uno no debe usar esa palabra. «Yo soy científico por convicción» Eso no existe. La convicción es cuando no pasa por el razonamiento aquello que tú crees. Es una convicción, es una creencia. Creencia y convicción son casi lo mismo.

Uno puede decir, «por convicción yo defiendo este terruño este pedazo de tierra», «por convicción, porque mis antepasados así lo hicieron y es una cosa que yo no cuestiono». Por convicción uno defiende la tierra en la que nació, pero no es una cosa que uno mentalice o raciocine. No le echa uno demasiadas explicaciones. Son cosas que haces por convicción. O sea yo, por convicción, puedo ayudar a los desprotegidos. Cada quien elige sus convicciones.

Por convicción —como ahorita tanta gente— «yo por convicción bebo 5 litros de agua diarios». No tienes una explicación, alguien te dijo que eso era algo bueno, pues hazlo. Por convicción.

Una persona que quiere hablar con con un criterio científico no puede darse el lujo de usar ese tipo de palabras.

Bueno estuvo un poco improvisado el vídeo, pero tenemos esas tres cosas entonces —en conclusión— son las tres cosas que uno debe omitir, cuando uno pretende hablar científicamente con alguien, cuando uno intenta tener una conversación profesional, científica, con un oponente.

Conclusiones

La primera entonces es: no estar en desacuerdo con la persona, por por su persona. Las conversaciones con un oponente intelectual, alguien que sostiene una postura distinta, no son cosas personales entre su persona y mi persona, sino son idealmente, conversaciones entre dos criterios, con dos premisas distintas, dos personas que parten de premisas distintas.

Esta persona parte de la premisa de que «en México ya todos somos ricos y por eso no hay que ayudar a nadie». Y esta otra persona parte de la premisa de que «uno de cada dos mexicanos es pobre no pues ahí tiene que haber otra cosa una circunstancia política distinta que arregle las cosas, partimos de distintas premisas».

Esa es la primera cosa entonces: yo no puedo estar de acuerdo contigo por tus premisas o tus ideas, más que no estar de acuerdo contigo por tu persona, porque llevas una camisa a cuadros de color rosa.

La segunda cosa es utilizar lenguaje científico: «probablemente», «es muy probable que esto ocurra» o «hay un alto índice de probabilidad de que, si haces esto ocurra esto otro», «con frecuencia». Y evitar algunas otras palabras como por ejemplo «absoluto».

Y la tercera: uno debe hablar con aplomo, con contundencia, con confianza, pero sin ser nunca categórico. Es decir, siempre dejar abierta la posibilidad de que, si cambias las condiciones de lo que estás hablando —las condiciones básicas— entonces tu resultado podría ser distinto.

«Si hubiera una mejor educación probablemente estaríamos hablando de otra situación», «sí otras premisas imperarán entonces lo que estoy diciendo a lo mejor no sería cierto», «quizás con una mejor educación las personas sabrían conversar de una manera más interesante». Esas son las tres cosas, hasta la vista buenhombre.

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