Categorías
Cultura Naturaleza Política

Antropoceno: ¿época geológica humana y fin de la naturaleza?

En un pasado artículo (¿Cabe más gente en el planeta o ya se llenó?) sugerí que por largos períodos históricos hemos podido “engañar” un poco a la madre naturaleza, que siempre nos envía hambrunas, epidemias y guerras, para disuadirnos de nuestro empeño en seguir “humanizando” al planeta en lo que algunos han empezado a llamar antropoceno (antropos = hombre).

Publicación simultánea con El Universal

¿Y qué es el antropoceno?. Una definición provisional (o definición de trabajo) podría ser la siguiente: la sustitución del mundo natural por un mundo creado por los seres humanos. Más específicamente, el uso de los sistemas creados por el ser humano para sustituir a los sistemas naturales. Lo anterior implica quizás la manipulación casi completa de la naturaleza por los seres humanos vía la tecnología y la cultura.

La ciencia, las religiones y la cultura en general más o menos coinciden en que el ser humano es parte de la naturaleza biológica y como tal, debe mantenerse en una relativa armonía con ésta. Para ser feliz, el ser humano intuye que debe tener un cierto control sobre la naturaleza, mantener a raya ciertas cosas como las enfermedades, las inclemencias del tiempo, etc, y no hacerlo de maneras tales que la naturaleza se vea destruida y el equilibrio con ella roto. Esa ha sido la intuición por mucho tiempo.

Con el advenimiento de un presunto «antropoceno», se alcanzaría un nuevo equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, un equilibrio nunca antes visto, inédito en la historia. Las funciones de la naturaleza serían vistas como algo muy importante y vital, pero al mismo tiempo como algo que puede ser sustituido, controlado -y ojo, comercializado– por técnicas, sistemas, productos y procesos humanos. Crear alimentos sintéticos, por ejemplo, manufacturar mascotas robot, o sustituir lo que antes hacían los seres humanos -o a los seres humanos mismos, por robots e inteligencia artificial, son el tipo de cosas de las que hablamos cuando hablamos de un antropoceno.

Las personas demasiado superficiales suelen ver todas estas cosas con un optimismo que sólo puede ser descrito como estúpido y barato: todos estos cambios son temas serios que van a la raíz del ser humano y su identidad y no deben ser vistos con frivolidad. No es un accidente que se hable, junto con el «antropoceno», de otras palabras de reciente creación como «posthumanismo»: el ser humano en toda su complejidad (cuerpo, mente, espíritu) transformado en algo que aún no podemos definir, por tecnologías de su propia creación, y cuya evolución sugiere su eventual autonomía del ser humano mismo.

No es un mal experimento mental por lo tanto, el empezar a imaginar algunos posibles «infiernos antropocénicos» de “primera generación”:

  • Primer infierno: infierno biotecnológico antibiótico, ecocida, fuera de control
  • Segundo infierno: infierno nanotecnológico, la alteración del mundo material a nivel molecular
  • Tercer infierno: Construccionismo social (seres humanos chatarra despojados de su identidad biológica y cultural)
  • Cuarto infierno: infierno tecnototalitario, (el fin de las libertades civiles y políticas)
  • Quinto infierno: infierno de espacios urbanos chatarra, (para seres carentes de atención, juicio, generosidad y buena fe)
  • Sexto infierno: infierno geoingenieril (en el que el clima planetario es trastocado, sacado de su complejo balance por políticas irresponsables de «geo-ingeniería«)
  • Séptimo infierno: infierno bélico antropocénico (con armas nucleares-biotecnológicas-nanotecnológicas)

Sucede que los seres humanos hemos alterado tanto el funcionamiento biótico y climático del planeta Tierra, y sucede también que hay ya tantos “primeros indicios de gestación” para cada uno de estos siete infiernos, que algunos científicos piensan que ya va siendo hora de declarar finalizado el holoceno (periodo actual tras la última glaciación) e inaugurar un nuevo intervalo geológico que han querido nombrar el antropoceno: la época geológica del ser humano.

Aunque la validez de «Antropoceno» como término científico sigue en disputa, su premisa subyacente, es decir, que los humanos se han convertido en una fuerza geológica, o más bien, la fuerza dominante que da forma al clima de la Tierra, ha encontrado tracción entre los académicos y el público (wikipedia)

Legendario por ser uno de los diccionarios más letárgicamente renuentes a adoptar nueva terminología, resulta que hasta el Diccionario de la Real Academia Española tiene ya su propia (y levemente torpe) definición de antropoceno: «Dicho de una época: Que es la más reciente del período cuaternario, abarca desde mediados del siglo XX hasta nuestros días y está caracterizada por la modificación global y sincrónica de los sistemas naturales por la acción humana».

La definición de la real academia es levemente torpe por dos razones: el tono categórico y terminante aplicado a un concepto que aún está siendo discutido a nivel mundial, y por el uso un tanto marrullero y hueco de la expresión «…caracterizada por la modificación global y sincrónica«…. que no podía faltar.

Parece que a la real academia le sonó bien la palabra «sincrónica»; como para impresionar a aquellos que no comprenden, o no sienten deseos reales por comprender, aquello que se está tratando de definir. La palabra sincronía suele emplearse cuando hablamos de lapsos cortos y más o menos precisos de tiempo. Uno sincroniza un reloj personal con el de un edificio público, por ejemplo.

La noción de antropoceno alude justamente a lo contrario: etapas temporales largas con límites difusos, no muy claros. Una de las cosas que se discuten es precisamente el criterio que debería emplearse para decidir en qué momento comenzó la presunta época del antropoceno (¿a partir de la revolución industrial?, ¿a inicios del siglo XX?, ¿con la revolución digital? etc.)

Esto nos lleva a múltiples argumentos y cuestionamientos en contra del uso del término: ¿por qué hacernos a la idea del ser humano como autor de toda una época geológica llena de infiernos como los descritos anteriormente, menospreciando el posible rol equilibrante de todas las demás especies de animales y plantas? ¿Por qué la aceptación implícita de un planeta dominado, alterado e infernalizado, principalmente por los países poderosos? ¿por qué negar las visiones de aquellos «pueblos originarios» o indígenas, que durante mucho tiempo han tenido una contribución contraria a la época antropocéntrica? etc.

Una cosa de la que podemos estar seguros es que en el antropoceno «antropoceno«(si asumimos la postura de que ya comenzó) las cosas no serán tan bonitas como algunas personas podrían pensar.

Consideremos, por ejemplo, el hecho de que a mayor éxito económico y riqueza per cápita, menos hijos la gente quiere tener y menos fe en sí misma parece sentir: como si toda esa «riqueza generada» en esta nueva época geológica, fuese una «riqueza terminal» no heredable, producto de una gran mentira: la mentira intuida de que quizás nos hemos ausentado demasiado y por demasiado tiempo de los ciclos biológicos naturales, hemos quizás desperdiciado oportunidades en utilizar todo el ámbito tecnológico que nos rodea como una herramienta de autoconocimiento, y hemos quizás creado una esfera cultural basura (construccionismo social urbano) demasiado al margen de nuestra biología y de los sistemas naturales de los que provenimos.

En otras palabras, «antropoceno» no es otra hueca palabra carente de significado, sino todo un marco conceptual que aprovechado correctamente y con imaginación, nos puede ayudar a hacer planteamientos más inteligentes sobre nuestro presente y nuestro futuro: nos puede ayudar a dejar de ser gente manipulable, aburrida, y superficial.

andresbucio.com
andresbucio@protonmail.com

Deja un comentario!